Ascanio era un señor práctico. O al menos su teoría. Hace años, disfrutaba de las largas y circulares discusiones sobre teoría mágica, pero creo que me he ido volviendo una persona algo más pragmática. La teoría ha de ser práctica. Un compañero de la SEI me decía que una de las cosas que le encantaban de Ascanio es que le era útil, que le permitía saber si algo requería un primer o un segundo grado de misdirection, que tal vez aquí necesitaba un paréntesis de olvido, etcétera…
"Del pragmatismo de Ascanio a una fórmula para mejorar nuestros juegos de magia"
V = (C+H) x A. Si os suena un tal Víctor Kuppers, seguro que le habéis oído hablar de esta fórmula para cuantificar cuánto “vale” una persona. Mi mente científica se queja cuando veo que se trata de cuantificar mediante fórmulas cosas que no son cuantificables, y rechista con la arbitrariedad de sumas, restas, multiplicaciones o potencias… Como la vida son contradicciones, hoy os traigo una fórmula. Una fórmula con carácter práctico. Un intento de “bajar a tierra” la teoría y que nos aporte un mapa para mejorar nuestros efectos.
La fórmula “I = C + C + C” nace para tratar de mejorar el impacto de nuestros efectos. En los próximos párrafos pondré sobre la mesa una limitación de la teoría Ascaniana que, de un modo u otro, se ha ido evidenciando y explicando de diferentes maneras en los últimos veinte años. La limitación es la siguiente: Ascanio conceptualiza que la potencia de un efecto mágico se basa en el contraste que existe entre una situación inicial y una situación final. Esta aportación tan relevante y útil, por eso, se queda corta a la hora de explicar por qué un mismo efecto a veces es un “pepino” y otras veces pasa sin pena ni gloria. Por ese motivo, he añadido un par de términos más que tal vez nos ayuden a unificarlo todo.

I: Impacto
Creo que es necesario diferenciar la potencia de un efecto del impacto que este genera sobre los espectadores. Para mí, la potencia mágica habla más del juego de magia en sí (situación inicial y situación final) mientras que el impacto hace referencia a la vivencia general, a la agitación que produce la experiencia propuesta en nuestros espectadores. Si todo se redujese a la potencia mágica, la idéntica ejecución de un juego siempre llevaría al mismo nivel impacto en los espectadores. La experiencia nos deja bien claro que eso no es así, por lo que diferenciar potencia mágica de impacto puede resultar útil. Un matiz relevante: me he quedado en “impacto” y no lo he extendido a “impacto mágico” a propósito. Que el impacto que se genere sobre el espectador sea más o menos “mágico” dependerá de otros factores que iremos comentando. Algo muy relacionado con el impacto será, como bien habrás intuido, la memorabilidad. Esta distinción nos puede ayudar a entender, en parte, porque no siempre se recuerdan los efectos más fuertes y hay veces que se recuerdan las actuaciones más divertidas o poéticas.
C: Contraste
La primera “C” hace referencia a la ya mencionada diferencia entre situación inicial y situación final. Para conseguir un mayor impacto mágico, este contraste ha de ser grande. Cuanto más potente sea el efecto, mejor. Eso va a misa. Para maximizar el contraste, es esencial volver a leer el artículo de ascanio sobre la “atmósfera mágica”. Cuando Ascanio destila cada uno de sus elementos (técnica, naturalidad, soltura y despreocupación, diversión, oportunismo, versación y psicología) vemos que en todo momento se enmarca en la cobertura para conseguir ese máximo contraste. En este sentido, el término “atmósfera” creo que se ha ido malinterpretando con el paso de los años por su parecido con la palabra “ambiente”. Como si generar una atmósfera mágica fuese poner incienso o crear un ambiente distendido. Esas cosas importan, por supuesto, pero no es en lo que se centra Ascanio. Para él, la atmósfera mágica es un ideal (“el summum” de la cobertura) en el que el efecto genera el máximo contraste.
No quiero pecar de “efecto-centrista”. El desarrollo hasta el clímax del efecto también ha de ser emocionante para conseguir un contraste efectivo -lo veremos en la última “C” (Potenciadora) con más detalle-. Directrices prácticas para conseguirlo hay muchas. Mencionaré solo unas pocas aproximaciones diferentes. En primer lugar, en el volúmen 1 de Elmsley, hay una lista de preguntas que puedes hacerte y de soluciones que puedes aplicar si ves que el desarrollo no es emocionante en todo momento. En segundo lugar, el último libro de Ricardo Sánchez -“Durante la trampa”- es una oda a aplicar la filosofía del “jugar” al desarrollo de los efectos de magia. En tercer lugar, tanto el análisis de la carta ambiciosa de Vernon en “El Arcoíris mágico”, como el último libro de Derren Brown “Notes from a fellow traveller”, se enfocan en construir este camino alrededor de lo que experimenta el espectador en todo momento.
"Cuanto más potente sea el efecto, mejor. Aplica la atmósfera mágica"
C: Contexto
Ya tenemos el máximo contraste en nuestro efecto. ¿Eso es todo? Pues no. Ahora viene la segunda “C”: el contexto. El otro día, en una clase de la SEI, se discutió un especial de David Blaine en el que, con un efecto aparentemente 'sencillo', lograba reacciones asombrosas. Sin embargo, cuando los demás intentamos el mismo truco, las reacciones están a años luz de las suyas.
El contexto hace referencia a la situación en la que el juego se presenta. Si el juego encaja en el contexto, el impacto aumentará. Diseccionamos ahora el contexto

Contexto personal
El contexto referente al propio espectador. ¿Cómo está el espectador en este momento? Si te acercas a su mesa para hacerle un juego de magia (muy bueno) de 15 minutos de desarrollo sobre la conexión de las parejas cuando está rompiendo con su novia, el impacto que te auguro es un puñetazo en la nariz. El contexto personal no es solo su humor en ese momento, abarca también sus valores, los motivos por los que está allí, su edad, su nivel cultural, sus gustos… Analicemos al espectador del ejemplo de David Blaine con algunas licencias poéticas: chico joven de un pueblo de la Nebraska profunda. No ha visto nunca magia. No conoce ningún gimmick. Nivel económico y cultural bajo. Sin inquietudes artísticas. Está rodeado de cámaras de televisión, es el momento más emocionante de su vida. Y ahora veamos como David Blaine se adapta a la perfección a este contexto: utiliza un elemento de su dia a dia (moneda), el efecto no puede ser más claro (desaparición), elimina cualquier pretensión artística o metafórica, etc… Resultado: éxito rotundo.
"Gracias al contexto, podemos entender por qué David Blaine hace milagros y nosotros no.
Vamos a la práctica. Ciertamente, parece complicado adaptar la magia al contexto de cada persona. Sin embargo, podríamos tomar prestada la técnica del “user persona” del mundo del marketing y aplicarla a nuestra magia. Esta técnica busca definir a nuestros espectadores “tipo” en cada espectáculo ¡Probablemente puedas definirlo mucho más de lo que crees! ¿Lo estabas analizando en profundidad o pensabas un poco por encima qué le podría gustar?
Contexto ambiental
El contexto referente al lugar y el momento donde se desarrolla el efecto. ¿Este juego de "vivos y muertos" encaja en este parque a las 12 del mediodía con una orquesta de fondo y 45 grados a la sombra? Maximizar el contexto ambiental - lo que pienso que muchas veces se confunde con “generar una atmósfera mágica”- es algo que todos queremos tener en cuenta pero en lo que raramente profundizamos. Buscando la practicidad, lo que te propongo es que definas el contexto ambiental ideal para cada uno de tus juegos (¡y para las diferentes versiones de cada juego!). Es probable que te encuentres bastantes con un contexto ambiental similar, lo que será un buen punto de partida para crear un espectáculo.
"Analizar el contexto ambiental puede ayudarte a elegir el repertorio de tu espectáculo"
El contexto temporal no sólo es la hora del evento. Puede ser la época histórica: ¿los juegos de del siglo XIX en el que se encendían mágicamente las luces de un teatro generarían una sensación de imposible hoy en día? No me quiero centrar en el aspecto tecnológico, pues es obvio que una “linterna mágica” hoy en día no genera la sensación de imposible. Otros, como por ejemplo producir un conejo de un sombrero o la mujer serrada pueden conseguir la esnsación de imposible, pero intuyo que en 2025 no tienen la misma potencia que hace 100 años al ser vistos como un cliché o como “algo que hacen todos los magos”. Volviendo a la práctica: trata de buscar un enfoque moderno y mira siempre cuando se publicó el juego que estás practicando. Puede que el contexto temporal sea muy distinto.
Contexto relacional
El contexto referente a cómo se relacionan los diferentes elementos de un efecto entre sí. ¿Este efecto encaja con la personalidad del mago?¿encaja siquiera con el efecto que ha concluído hace 30 segundos?¿Es un juego que funciona mejor para un solo espectador o que proyecta para una gran audiencia? El contexto relacional es probablemente el más complejo y el que puede herir más sensibilidades. ¿Qué piensa el público de ti cuando te ve?¿Eres simpático? ¿Cómo suena tu voz?¿Qué sugiere tu apariencia?¿Has analizado tu comunicación verbal y no verbal?
"Si haces un milagro pero tu aliento huele a ajo, el impacto se va a ver muy afectado"
Sin querer alejarme de la vertiente práctica, ¿qué podemos hacer para mejorar el contexto relacional? Existen ciertas conductas, como los códigos de educación o el 'dejarse la piel', que funcionan mejor que otras al relacionarse con el público; sin embargo, creo que el primer paso es hacer un análisis de conjunto. A todos nos ha sucedido que combinamos unos cuantos efectos para hacer un espectáculo y vemos que de los siete elegidos, cinco eran predicciones. Tratar de tener una visión de conjunto o contar con asesores externos puede ser de gran ayuda. Pide consejo, que los compañeros vean tu espectáculo y te den todo el feedback posible.
C: Carga
Si consigo maximizar el contraste y adapto mi magia al contexto, ¿ya tengo asegurado el impacto? Pues no, ahora viene la última “C”: la carga emocional. Hablar de emociones siempre es un tema peliagudo, así que empezaré por dejar claro a qué me estoy refiriendo y después lo desarrollaré. Al hablar de emociones, lo haré desde una óptica “biologicista”. Siempre me han interesado más los mecanismos subyacentes que los debates terminológicos. Las emociones no dejan de ser reacciones del organismo ante unos estímulos externos. Estas reacciones comportan una serie de cambios fisiológicos y desencadenan una serie de comportamientos que pueden ser más o menos frecuentes y con mayor o menor intensidad en función del individuo. Estas reacciones del organismo dan lugar a una experiencia subjetiva de las mismas, que es todavía más variable que los cambios fisiológicos, y que está fuertemente condicionada por la cultura, las experiencias previas y el lenguaje. Este marco terminológico se basa en el trabajo de Lisa Feldman Barret sobre las “emociones construidas” y os recomiendo una charla de mi estimado Jordi Camí al respecto (“Emocions: entre la biologia i la cultura”).
"No solo basta con el contraste y el contexto. Añade carga emocional"
En relación con la magia, cuando decimos que se generan unas emociones u otras, nunca está del todo claro a qué nos estamos refiriendo. ¿A la respuesta fisiológica?¿A la interpretación de esta?¿A como la interpretación puede desencadenar otras respuestas?¿A todo a la vez?. Por ese motivo, en el desarrollo que propongo a continuación, usaré la palabra “emoción” o “emocional” para referirme a generar esa agitación interna que después se traduce en una experiencia subjetiva. Para abordarlo desde un punto de vista práctico, clasificaré la carga emocional en función de la fuente: la carga emocional que se deriva del propio efecto mágico (carga emocional inherente) y la carga emocional que el mago decide aplicar al juego(carga emocional añadida).

Carga emocional iherente
Si nos tuviésemos que poner de acuerdo en algo, tal vez sería en que para que suceda un efecto de magia debe haber un “imposible”. Sin imposible no hay magia, habrá otras cosas, pero magia no. Los juegos de magia tienen ese factor común. Después, cada uno de ellos transmitirá una carga distinta en función de su simbolismo concreto. Una desaparición puede generar una respuesta en el organismo distinta a una levitación, pese a tener ambos su dosis de imposibilidad. Por ello, he dividido la carga emocional inherente en “El imposible” y “El simbolismo”.
El imposible
Presenciar un imposible tiene una carga emocional propia. Usando la terminología Tamariziana, sería la sorpresa, la fascinación y el misterio derivados de la exposición a un imposible. De nuevo, no es mi intención hacer una discusión terminológica para diferenciar si es “sorpresa”, “asombro”, “misterio” o “inquietud”. Como he dicho antes, cada uno tendrá una experiencia subjetiva diferente y, aunque dos personas llegasen a acordar un término, cada una lo experimentría de manera distinta. Cuando hablo de “carga emocional inherente” me refiero a que la exposición a un imposible generará siempre unos cambios fisiológicos y conductuales en el individuo, aunque estos presenten variabilidad.
"Más allá de discusiones terminológicas, exponerse a un imposible genera una respuesta"
Es interesante destacar que, posiblemente por causas evolutivas, la variabilidad de estas respuestas fisiológicas y conductuales ante un juego de magia será mayor (más diferente entre individuos) que ante otros estímulos, como por ejemplo la presencia de un león (palpitaciones, pupilas dilatadas, sudoración, secreción de adrenalina, correr…). Exponerse a un imposible no es frecuente, por lo que establecer cuál será tanto su respuesta fisiológico-conductual (pulso acelerado, pupilas dilatadas…) como su interpretación posterior (sorpresa, euforia, pasmo), es complicado.
El simbolismo
Además de la respuesta ante la presencia de un imposible, Juan Tamariz destaca que los juegos pueden tener significados simbólicos distintos. Una cuerda rota y recompuesta puede simbolizar el “renacer”, la carta ambiciosa puede simbolizar “la ascensión a los cielos”, etc. Añadamos pues a la carga emocional inherente del juego de magia, la respuesta fisiológico-conductual que pueda derivarse de exponerse a estos símbolos.
La magia es un estímulo muy complejo y variable, por lo que es comprensible que su respuesta en el organismo también lo sea. Tiene sentido entonces que sea tan complicado decir cuales son las emociones propias de la magia, pues las respuestas derivadas del imposible se mezclan con las derivadas del simbolismo, sin entrar todavía en las que el mago decida añadir.
Antes de pasar al siguiente apartado, no quiero perder la finalidad práctica de esta entrada. A la hora de analizar esta parte de la “C” de la carga emocional, hemos de entender muy bien el efecto. Si hay una parte de la emoción que se deriva de presenciar un imposible, este imposible tiene que existir. Es nuestra responsabilidad como magos que este exista, hecho que va a ir de la mano con la primera “C” de contraste. Asimismo, te recomiendo que repases la lista de Tamariz y trates de buscar el significado metafórico del juego. ¿Qué sientes tú cuando te expones a ese símbolo en un libro, una obra de teatro o una película? Tal vez no puedas establecer una traslación directa al público, pero te ayudará a conocer más el juego y su posible impacto.
"¿Qué sientes tú cuando te expones a un símbolo en un libro, una obra o una película? Empieza por ahí"
Carga emocional añadida
En el apartado anterior hemos tratado la carga emocional derivada del propio efecto de magia, pero la carga emocional no tiene porque provenir sólo de experimentar el efecto imposible con su simbolismo. El mago puede añadir carga emocional. Esta sección también la divido en dos subapartados. El primero se llama “Potenciadora”, y hace referencia a añadir carga emocional con la finalidad de ensalzar el propio imposible del juego. El segundo se llama “Suplementaria”, y hace referencia a aquella carga emocional “extra” que el mago decide añadir pero que no está directamente relacionada con el imposible.
Potenciadora
Dentro de este apartado entran infinidad de recursos dramáticos que ayudan a elevar la sensación de imposible (ya vimos algunos al final de la primera “C”). Hemos visto que el imposible sucede por contraste entre situación inicial y situación final, pero en el desarrollo del juego el mago se puede valer de diferentes recursos para que este contraste tenga mayor impacto. En mi opinión, el trabajo teórico que mejor recoge este tipo de carga emocional es el artículo de “Conflictos” de Pepe Carroll, con multitud de ejemplos (suspense, fallo aparente, peligro, dificultades crecientes, retos…). Además de lo que menciona Carroll, tenemos otros recursos dramáticos que tienen como objeto potenciar el imposible, como los desafíos provocados de Pit Hartling o la dosificación estratégica de la información de la que habla Gea. En resumen, la carga emocional potenciadora no suele perseguir aumentar el contraste entre la situación inicial y la situación final, sino que esta tenga un mayor impacto en parte por la agitación que estos recursos generan en los espectadores.
Dentro de la carga emocional potenciadora también pueden encontrarse recursos teatrales como la iluminación de un espacio en concreto (donde se producirá el efecto), minimizando cualquier respuesta derivada de algo que no esté en el foco; o un éxtasis luminoso y musical en el clímax del efecto, para acentuar la respuesta que se pueda derivar del imposible.
Cada uno de los recursos descritos en este subapartado genera su propia respuesta fisiológico-conductual en los espectadores (por supuesto variable, pero con elementos comunes). “Salir airoso de un desafío” desencadena una respuesta del organismo; “darse cuenta uno mismo de algo”, genera otra; “satisfacer un deseo”, otra; y una luz blanca cegadora en el momento del clímax, otra distinta. Todas ellas aumentan el impacto final cuando se utilizan sabiamente.
Suplementaria
En este último apartado me referiré a aquella carga emocional que no está directamente relacionada con maximizar la carga emocional del imposible. Existe la posibilidad que el mago decida añadir recursos estructurales y de presentación que no busquen necesariamente acentuar la imposibilidad y exploten otros mecanismos. Un poema, una historia, una música o una iluminación determinada suelen ser los recursos más habituales. Estos recursos aportan una carga emocional al generar en nuestro organismo una respuesta distinta a la que provoca la exposición al imposible.
Uno de los mayores riesgos de añadir metáforas elaboradas o componentes teatrales a los juegos de magia es que estas emociones pasen por encima o compitan con las generadas por el propio efecto. Desde una perspectiva biologicista, me cuesta pensar que generar una respuesta biológica por algo diferente al imposible no afecte o interfiera con la respuesta derivada del propio imposible. Sin embargo, con ello no pretendo disuadirte de su uso. ¡Úsalas si es tu decisión!
¿Quién no se ha muerto de la risa con Dani Daortiz?¿Quién no se ha emocionado con René Lavand? El primero es un referente en incorporar las reacciones derivadas del humor y el segundo en incorporar las derivadas de la sensibilidad. Tal vez se explica mejor con un ejemplo de cada uno: en “El juego matemático de DaOrtiz”, el impacto para el público no es únicamente mágico”, no se puede explicar únicamente por la “C” de contraste. En ese impacto tiene un gran peso esta “C” de carga emocional (suplementaria) por la gran dosis de humor que rodea a todo el efecto. En “la rosa” de René Lavand el impacto no proviene únicamente del contraste, la carga emocional derivada de aludir a nuestro amor por aquellos que ya no están con nosotros aporta mucho.
Volviendo a la práctica, Gea comentaba que en muchas ocasiones a él no le importa reducir el impacto mágico si así se consigue variedad de emociones. A mí personalmente no me apasiona esa propuesta, pues creo que solo a magos con el conocimiento y la experiencia de Gea les funciona bien. Tengo la sensación de que en muchas ocasiones magos “amateur” se enamoran de esta idea de “generar emociones” y no cuidan la magia como deberían. Vuelvo a mencionar que, como magos, nuestra responsabilidad es cuidar la magia y el imposible. Una vez esté cuidado, ya veremos si queremos tomar estas decisiones artísticas. En ese sentido, te recomendaría que antes de llegar a la carga emocional suplementaria hayas explorado, largo y tendido, los otros tres aspectos de esta “C”. Tal vez son un poco más aburridos y requieren mucho trabajo, pero recuerda que si el imposible no genera una respuesta, el público no te verá como mago.
"Enfócate primero en cuidar el imposible antes de agregar carga emocional suplementaria"
Siguiendo con Gea, él comentaba algo extraordinariamente atinado respecto a cómo nutrir la magia de otras disciplinas artísticas podría tener un efecto dañino. Gea lamentaba que, en muchas ocasiones, la magia solo se consideraba “artística” cuando se aplicaban componentes de otras artes a ella. Cojamos el ejemplo de acompañar un juego de magia con un poema. Si entonces ese juego es “arte”, ¿lo es por la magia o lo es por el poema? Si necesitamos de la carga emocional suplementaria que nos brinda la literatura, la poesía o la música para que la magia sea un arte, entonces estamos muy lejos de que lo sea. Su solución: buscar qué emociones y experiencias puede transmitir el propio imposible que otras artes no pueden. Como ejemplo, hace poco vino a la SEI Julio Wosek, donde usó un juego de magia para transmitir la experiencia de un viaje de LSD y las alucinaciones que este provoca. ¡Qué idea tan sugerente! ¡Para transmitir la sensación de “estar flipado”, la magia puede ser mejor que la literatura, la música o la danza!
"¿Es la magia un arte si roba a otras artes? Podemos explotar su propio lenguaje"
Pese a la extensa teoría del último punto, sigo queriendo que este artículo te resulte práctico. Con él creo que se puede dar una respuesta algo más sobria a expresiones como “La gente se lo pasa pipa con el dado pasa-pasa”. ¡Claro que sí! El dado pasa-pasa, bien presentado, generará mucho impacto. ¿Este impacto de dónde viene?¿De la “C” de contraste? No. ¿De la “C” de contexto? Si lo haces donde y cuando toca, sí. ¿De la “C” de carga emocional? De la inherente al efecto no, de la añadida suplementaria en forma de humor, sí. Una vez analizado, tal vez nos podamos poner a trabajar para aumentar su impacto…
Termino con una historia personal. Uno de los momentos más memorables que he vivido en la SEI de Barcelona fue hace unos 10 años en el local de la calle Aragón. Recuerdo que aquel día actuaba un hombre que, por decirlo educadamente, ni había analizado en profundidad los efectos, ni la cobertura, ni la presentación, ni nada… Sin embargo, era un entusiasta en la ejecución y la escena estaba “currada” con una pagoda, pañuelos, mesas accesorias, cuerdas… Justo ese día vinieron a la SEI dos investigadores del campo de la neurociencia: Rodrigo Quian Quiroga y Luis Martínez. Venían invitados por Jordi Camí (del que ya os he hablado) para ver algo de la magia de Barcelona. Se sentaron justo delante de mí. Entonces empezó el esperpento. Trucos de magia que se veían por todos lados presentados con una seriedad inusitada, trucos que salían mal, música a destiempo, el anticlímax del no-clímax… La situación era desternillante y ver de refilón las caras petrificadas de Rodrigo y Luis, que no entendían nada de lo que estaban viendo, fue ya el éxtasis. No puedo escribir esto sin reirme. ¡Qué situación más memorable!¡Qué impacto (no-mágico, desde luego)!

En este artículo he buscado darte un mapa con el que poder entender por qué el impacto de nuestros juegos va más allá del propio “impacto mágico”. Esta fórmula unificadora (I = C + C + C) me resulta útil para navegar entre diferente corrientes y teorías mágicas… Espero que a tí también te ayude.
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